jueves, 13 de febrero de 2014

Las guías y recomendaciones desde la perspectiva de la gestión

Presentamos los primeros resultados del grupo de discusión de gestores sanitarios (nivel meso) a los que se ha preguntado sobre las barreras y los facilitadores de la aplicación de las guías de práctica clínica y las recomendaciones de salud pública. Los gestores consideran que estos instrumentos son en general de relativa utilidad y las relacionan con los objetivos de gestión, los incentivos y la informatización de las consultas. Opinan que no dan respuesta a la mayoría de decisiones con las que se enfrentan los profesionales y que no respetan las características particulares y las preferencias de los pacientes. 

La visión que presentan es predominantemente organizativa y perciben las guías como herramientas para estandarizar respuestas y actuaciones, así como para hacer un seguimiento y control de la actividad: tanto a nivel de salud pública, administración organizativa; como a nivel micro organizativo (los profesionales).

Las tres barreras más comentadas entre el colectivo de gestores son: (i) la falta de liderazgo organizativo, (ii) insuficientes espacios y esfuerzos destinados a la formación y entrenamiento de los profesionales en materia de guías y recomendaciones, y (iii) la inercia clínica entendida como inmovilismo provocado por una forma de hacer afianzada durante mucho tiempo.

En cuanto a los factores llamados facilitadores que ayudan o ayudarían a la aplicación de las guías, los gestores identifican tres prioritarios: (i) presión de ciertos grupos de interés y sus estrategias sobre los profesionales, (ii) explicar suficientemente los impactos en costes y efectos secundarios de la no aplicación de las guías, (iii) La vinculación entre las guías y las directrices de gestión (en forma de DPOs) generan adherencia, a pesar del rechazo expresado por los profesionales.

En cuanto a las propuestas de mejora se apuntan mejorar la accesibilidad y la  actualización de las guías, su presentación, la puesta en marcha de espacios de discusión y debate, generar nuevas inercias y liderazgo pro guías en las organizaciones, impulsar la formación y mecanismos de acreditación de los conocimientos sobre guías y recomendaciones, mejorar la integración de las guías en el proceso asistencial, o diseñar estrategias efectivas con los grupos de presión, entre otros.

Confían en la utilidad de las guías como instrumentos para tomar decisiones, pero desconfían de los contenidos en función de quien las genera y por qué. La gran cantidad de guías disponibles y el ritmo de creación de nuevas guías les conducen a pensar que faltan agencias de calidad que marquen los límites, certifiquen y tengan capacidad de marcar una agenda independiente de los beneficios económicos. Entre los gestores aparece también la preocupación de cómo usar toda la información almacenada y todos los datos conseguidos vía registro. Consideran que podrían ser datos para una buena evaluación y lo que falta es la implantación de procesos de evaluación sistemáticos y que sean un eje más de la gestión.

Pedro Gallo, PhD
Liliana Arroyo, PhD 
Universidad de Barcelona